Por David Alvarez
Evita Perón nació en el año 1919 en un pequeño pueblo bonaerense
denominado Los Toldos Hija de Juana Ibarguren Núñez y de su pareja Juan
Duarte, quien nunca legitimó la relación. Juan Duarte, hacendado y
concubino de Juana Ibarguren, muere en 1925 dejando a ésta y a sus cinco
pequeños hijos -la menor Evita-en el desamparo más absoluto. No
obstante ello, Juana con su máquina de coser, trabajando día y noche y
guardando la dignidad, logra mantenerlos y educarlos. Evita comienza a
manifestar su vocación artística y viaja a Buenos Aires, la gran ciudad
cosmopolita, en donde se instala a partir de l934.Trabaja asiduamente en
la radio e interviene en algunas películas. Evita siempre soñó y logró dañar los intereses privilegiados y
beneficiar a los más humildes. Pero nunca hizo "clasismo". Ella fue simplemente
peronista. A los “descamisados” se refiere Evita en su libro más
divulgado “La razón de mi vida”. Si bien no fue la redactora directa,
se sabe que la obra fue escrita por el periodista español Manuel Penella
de Silva, luego de infinitos encuentros en los que ella seguía letra
por letra la evolución de su autobiografía...A medida que el periodista
iba leyéndole el manuscrito, Evita asentía emocionada: “Así fue, así
mismo ocurrió”, repetía entre lágrimas. Poco antes de morir le dijo
“Gracias por el libro, es el hijo que no tuve”
El pensamiento más extenso de Evita se encuentra en su obra póstuma y
poco divulgada “Mi mensaje”. Sus páginas fueron dictadas al sindicalista
Juan Jiménez Domínguez, fundador de la Unión de Docentes Argentinos.
Según el historiador Fermín Chávez “Mi mensaje” fue dictado entre los
meses de marzo y junio de 1952, cuando apenabas pesaba 38 kilos, es
decir en los últimos meses de su vida, ya que murió el 26 de julio de
1952.
Estaba convencida que el proyecto político de su esposo, el general
Perón, de una "Argentina socialmente justa, económicamente libre y
políticamente soberana" era posible y por su instauración luchó hasta el
fin. Su mítica “Fundación Eva Perón” llegó no solo a los confines de
los necesitados del país sino tambien a algunos países necesitados como
la España destruida de la década de 1940-1950.
Fue Evita quien con voluntad y esfuerzo logró la aprobación del voto
femenino, apasionadamente enamorada de su esposo, volcada hacia los más
desprotegidos y amante de su patria. La quisieron convertir en
Vicepresidenta por iniciativa de la Confederación General del Trabajo:
se realizó el cabildo abierto del justicialismo, en un palco levantado
en la avenida 9 de julio, frente al ministerio de Obras Públicas, para
proclamar la formula Perón-Eva Perón por el periodo 1952-1958. Evita no
aceptó en principio y rogó que no la obligaran a hacer lo que no queria
hacer. Luego de una larga charla con la multitud Evita dijo: "como dijo
el general perón, yo haré lo que diga el pueblo". 31 de agosto: En la
noche y por la cadena de radiodifusión el país conoció oficialmente la
respuesta de Evita. Comunicó su "decisión irrevocable y definitiva de
renunciar al honor....". "y que esa resolución surgía de lo mas intimo
de su conciencia".
Párrafos de 'MI MENSAJE': “Muchas veces, sobre todo en los años de la
revolución, oía como los altos jefes militares trataban de disuadir al
Coronel de su amor por el pueblo. Ellos no concebían que un oficial
superior pudiese entregarse así a "la chusma". Al principio creían que
el Coronel hacia demagogia para conquistar el poder. Fue entonces
cuando, envidiosos del éxito de Perón, le hicieron la primera
revolución, le exigieron su renuncia y lo encarcelaron en Martín García.
Pero felizmente el pueblo ya lo había conocido a Perón, y ya no veía en
él al jefe militar con vocación de dictador; sino al compañero cuyo
corazón había sentido el dolor de nuestra raza. Y el pueblo se lanzó a
la calle dispuesto a todo. Los jefes militares de la reacción huyeron
asustados y la oligarquía se escondió con ellos. Fue el 17 de octubre de
1945. Después, las cosas cambiaron. El Coronel, ya Presidente, siguió
fiel a sus descamisados. Ya no podía ser que fuese demagogo, como
decían. Era cierto entonces aquello de que Perón, un jefe militar;
concedía importancia fundamental a los trabajadores de su pueblo. Y a
medida que los trabajadores se organizaban constituyendo la más poderosa
fuerza del país, la oligarquía infiltrada también en las fuerzas
armadas preparaba la reacción. Ellos, cobardes como todos los
traidores, nunca lo atacaron de frente, lo atacaron por mí... ¡Yo fui el
gran pretexto! Cumplí mi tarea gozosa y feliz, parando los golpes que
iban dirigidos a Perón. Sin embargo los que no me querían a mí, siempre
terminaron por alejarse de Perón. De alguna manera se fueron... ¡Y
muchos lo traicionaron! La verdad, la auténtica y pura verdad, es que
la gran mayoría de los que no quisieron a Perón por mi, tampoco lo
quieren sin mi.
En cambio el pueblo, los descamisados, los obreros, las mujeres, que me
quieren a mí más de lo que merezco, son fanáticos de Perón hasta la
muerte. En el pueblo reside la fuerza de Perón, no en el ejército.
Solamente el pueblo lo quiere a Perón con fanatismo y sinceridad. Porque
Perón al "entregarse" a la voluntad del pueblo, luchando y trabajando
por la felicidad de los humildes y en contra de la prepotencia y de la
confabulación de todos los privilegios con todas las fuerzas de la
antipatria.
¡Este es el gran delito de Perón! El gran delito que yo bendigo desde el
fondo de mi corazón descamisado. En mí, no tiene importancia ni tiene
valor todo lo que yo siento de amor y de cariño por mi pueblo, porque yo
vine del pueblo, yo sufrí con el pueblo.
En cambio, el amor de Perón por los descamisados vale infinitamente más,
porque dada su condición de coronel, el camino más fácil de su vida era
el de la oligarquía y sus privilegios. En cambio se decidió por el
pueblo, contra toda probabilidad, venciendo las resistencias de muchos
compañeros y abrazó nuestra causa definitivamente. ¡Cometió el gran
delito!
Eva Perón”
En su libro "Del poder al exilio. Cómo y quiénes me derrocaron", Juan
Domingo Perón contó su historia de amor con Evita. "Eva entró en mi vida
como el destino. Fue un trágico terremoto que sacudió la provincia de
San Juan, en la cordillera, y destruyó casi enteramente la ciudad, el
que me hizo encontrar mi mujer. En aquella época yo era ministro de
Trabajo y Asistencia Social. La tragedia de San Juan era una calamidad
nacional (...). Para socorrer a la población movilicé al país entero;
llamé a hombres y mujeres a fin de que todos tendiesen la mano a aquella
pobre gente de aquella provincia remota (...). Entre los tantos que en
aquellos días pasaron por mi despacho, había una joven dama de aspecto
frágil, pero de voz resuelta, con los cabellos rubios y largos
cayéndoles a la espalda, los ojos encendidos como por la fiebre. Dijo
llamarse Eva Duarte, ser una actriz de teatro y de la radio y querer
concurrir, a toda costa, a la obra de socorro para la infeliz población
de San Juan". Yo la miraba y sentía que sus palabras me conquistaban;
estaba casi subyugado por el calor de su voz y de su mirada. Eva estaba
pálida pero mientras hablaba su rostro se encendía. Tenía las manos
escuálidas y los dedos ahuesados; era un manojo de nervios. Discutimos
largo rato. Era la época en que en mí se abría camino la idea de dar
vida a un movimiento político que transformase radicalmente la vida de
la Argentina" "Vi en Eva una mujer excepcional, una auténtica
''pasionaria'' animada de una voluntad y de una fe que se podía
parangonar con la de los primeros creyentes. Al principio, aquella
frágil mujer rubia no hizo hablar de ella. Me seguía como una sombra, me
escuchaba atentamente, asimilaba mis ideas, las elaboraba en su cerebro
férvido e infatigable y seguía mis directivas con una precisión
excepcional. En dos o tres meses, Eva Duarte había sido capaz de
transformarse en una colaboradora indispensable. Nos casamos en el
otoño de 1945 en la iglesia de San Francisco en La Plata".
"Trabajábamos día y noche; con frecuencia, durante semanas no nos
veíamos y cada encuentro desde el punto de vista sentimental, era una
novedad, una sorpresa. El 4 de junio de 1946 fui nombrado Presidente.
Los primeros seis meses fueron los únicos que pasamos tranquilos, en una
casa verdaderamente nuestra. Habitábamos en la calle Teodoro García, en
la casa de Evita, pequeña, aislada, hecha a propósito para pasar una
luna de miel que nos habíamos visto obligados a aplazar". "Los
primeros síntomas de su enfermedad se manifestaron hacia fines de 1949.
El primero de mayo de 1952 habló por última vez en público desde un
balcón de la Casa Rosada. Le costó gran fatiga, tanto que al terminar el
discurso se desvaneció entre mis brazos. El día antes de morir me mandó
llamar y quiso permanecer sola conmigo, su voz era apenas un
susurro...''No abandones a la gente pobre...Es la única que sabe ser
fiel'' Durante la noche, Evita tuvo un colapso y entró en coma. Antes
de expirar, Eva me había recomendado no dejarla enterrar; quería ser
embalsamada". "De ella me quedan una fotografía, su carnet cívico y la
última carta que me mandó el 4 de junio de 1952. Las pocas palabras que
escribió son casi ilegibles, la escritura es irregular, incierta y
fatigada. Se parece a su respiración, como la sentí aquella mañana
inolvidable, pocos instantes antes de morir."
Murió en Buenos Aires el 26 de julio de 1952. La república se oscureció
bajo un luto sofocante; el dolor de las grandes masas se mezclo con el
servilismo de los eternos adulones. José Espejo, secretario de la CGT
propuso cuando el pobre cadáver embalsamado ya pedía reposo, velarla por
turno en todas las capitales de provincia. Perón ordenó sepultarla. Eva
tuvo paz por fin…
La Escritora María Elena Walsh (para nada sospechosa de peronismo) la recordó en su poesía “Eva” así…
Calle Florida, túnel de flores podridas
Y el pobrerío se queda sin madre
Llorando entre faroles sin crespones
Llorando en cueros para siempre solos
La cola interminable para verla
Y los que maldecían por sí acaso
No vayan esos cabecitas negras
A bienaventurar a una cualquiera
El siglo nunca vio muerte más muerte
Y el amor y el dolor que eran de veras
Lagrimas enjuagadas con harapos
Madrecita de los desamparados
Se pinto la república de negro
Mientras te maquillaban y enlodaban
En los altares populares santa
Hiena de hielo para los gorilas
Pero eso sí, sola en la muerte
Y el pueblo que lloraba para siempre
Sin prever tu atroz peregrinaje
Quizás un día nos juntemos
Para invocar tu insólito coraje
Cuando juntas las reas y las monjas
Y huyas de las estampas y el ultraje
Empezaremos a saber quien fuiste
Unica reina que tuvimos, loca
Que arrebato el poder a los soldados
Flores podridas para cleopatra
Y los grasitas con el corazón rajado
Rajado en serio. Huérfanos. Silencio
Y Antonio Tormo calla “amémonos”
Silencio que hasta el tango se murió
Orden de arriba y lagrimas de abajo
En plena juventud no somos nada
No somos nada mas que un castigo
No descanses en paz, alza los brazos
Para juntarte a las mujeres, con tu bandera redentora
No sé quien fuiste, pero te jugaste
Metiste a las mujeres en la historia
De prepo, arrebatando los micrófonos
Repartiendo venganzas y limosnas
Bruta como un diamante en un chiquero
Quién va a tirarte la ultima piedra?
Tener agallas como vos tuviste
Fanática, leal, desenfrenada
Pero la única que se dio el lujo
De coronarse por los sumergidos
Agallas para defender a muerte
Agallas para hacer de nuevo el mundo
Tener agallas para gritar basta
Aunque nos amordacen con cañones
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